Como no podía ser de otra manera, me acerqué bastante pero no llegué. Muchas cosas quedarán para la vuelta, al igual que el resto de mi vida, y la idea no me disgusta porque tengo muchas ganas de sacudirme las últimas estalactitas y arrancar la primavera en colores. No quedó todo perfecto y cerrado como yo quería pero, dadas las circunstancias, lo consideraré una evolución y me lo perdonaré con alegría. Cuando me preocupo por no poder cumplir con las 5784957823287932 cosas que abarco mi psicóloga, que es una genia increíble, me mira seria y me dice: “¡muy bien, María! Por fin te diste cuenta de que no sos Lara Croft. Aunque si te bajás unos kilitos sos mucho más linda que Angelina”. Me hace reír y de paso me remite a mi monotema “no sé para qué dejé de fumar 10 meses si lo único que hice fue engordar y ahora fumo otra vez”. Entonces me pongo contenta porque me acuerdo que me tengo que ocupar de eso… y me gusta ocuparme de cosas.
Así que voy vengo, mientras canto y bailo “Drift away”, “Waiting on a friend” y otros temas geniales de los Stones (nótese el detalle teen y flogger de describir este tipo de cosas e incluso cantarlas por escrito. Oh, give me that beat, boys, and free my soul, I want to get lost in your rock and roll and drift awaaaay), escondo, agrupo, camuflo absurdeces de todo tipo (hasta un sombrero de mariachi) y meto en una enorme bolsa de Zara los papeles que encuentro por todas partes (de temas serios y de cosas que ignoro); meto también las expensas, que llegaron ayer y no alcancé a pagar, escribo en una hoja suelta “en esta bolsa hay expensas impagas”; tiro esa hoja en la bolsa, entre los demás papeles, para acordarme a la vuelta, cuando los revise para saber de qué se tratan; escondo un par de corpiños que encontré tirados (uno es divino, rojo con un tul con lunares negros, por qué lo encontré tirado, la remil puta, lo podría haber llevado pero no alcanzo a lavarlo), paso la aspiradora y me voy a la goma.
En 2 días voy a estar lejos de todo, todo, todo y en verano.
Vuelo desde bebé y nunca, pero nunca jamás le tuve miedo a un avión. Ahora tampoco, pero no puedo evitar pensar en cómo se trastornó el planeta y en las tragedias de los últimos meses. Entonces remuevo las cosas que ya sé y siempre me ponen mal porque tampoco lo puedo evitar. Que la vida son 5 minutos, que nadie está exento de nada, que cualquier cosa es posible y todo eso. Entonces me imagino que tranquilamente me puede pasar y me digo que si me pasara moriría en mi ley, yendo a ver a la otra parte de mi corazoncito, acudiendo a un reencuentro de personas que se aman y sonrío y cierro la valija y me voy a la goma.
Y en 2 días voy a estar lejos de todo, todo, todo y en verano.